Existen dos contextos importantes de la oración y ambos son esenciales en el crecimiento del cristiano hacia la madurez. El primero es la oración privada o secreta. Esto incluye adoración personal, acción de gracias, comunión y la expresión de todo tipo de petición bíblica. La oración privada es absolutamente esencial en nuestro estudio de las Escrituras, ya que tenemos una constante necesidad de la ayuda del Espíritu. Es el Espíritu de Dios quien nos ilumina para comprender las Escrituras (1ª Corintios 2:12; 1ª Juan 2:20; Efesios 1:15-19) y quien nos fortalece para obedecerlas (Efesios 3:14-16; Colosenses 1:29). La oración privada y la comunión personal también nos protegen contra una fe que es totalmente cerebral, intelectual o académica en lugar de transformadora, relacional y práctica. Siempre debemos recordar que el verdadero cristianismo es más que una verdad autoritaria revelada a través de un libro inspirado e infalible.

También es una relación personal, transformadora y receptiva con el Dios que es revelado a través de ese libro.

Acompañando nuestra vida de oración privada o secreta debe estar una participación en la vida de oración pública o corporativa de la iglesia. Con respecto al templo físico en Jerusalén, Jesús declaró: "Escrito está: "MI CASA SERÁ CASA DE ORACIÓN" (Lucas 19:46; Isaías 56:7). ¡Cuánto más se puede aplicar esta cita de Isaías al templo espiritual de Cristo, la iglesia! (1ª Corintios 3:16-17; 2ª Corintios 6:16; Efesios 2:21). Del libro de los Hechos, aprendemos que la iglesia primitiva estaba dedicada a la oración corporativa. Lucas registra: "Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración" (Hechos 2:42).

En muchas iglesias hoy, la oración corporativa sufre del mismo descuido que la lectura pública de las Escrituras. Cuando se practica, a menudo es poco más que una reunión donde se comparten noticias o incluso chismes durante un periodo prolongado, y luego se concluye la reunión con unos minutos de oración general. Tampoco es raro que la oración corporativa de la iglesia se enfoque principalmente en las necesidades físicas de la congregación, mientras que las mayores necesidades del reino, como se manifiesta en la oración del Padrenuestro, se pasan por alto por completo.

Para restaurar el lugar que le corresponde a la oración corporativa o pública en la congregación local, los ancianos deben tomar la iniciativa. No solo deben apartar tiempo para la oración e instruir a la congregación sobre la importancia de la oración, sino que también deben enseñar a la iglesia cómo orar bíblicamente y corregir las actitudes y prácticas no bíblicas que surgirán en las reuniones corporativas de oración. Cabe señalar que la restauración de la oración al lugar que le corresponde en la congregación será casi imposible mientras los líderes de la iglesia (especialmente en Occidente) continúen promoviendo las reuniones de la iglesia como eventos que satisfagan los caprichos carnales de los inconversos y entretengan a la gente inmadura.

Que Dios levante ancianos que, como los apóstoles del primer siglo, declaren con solemne convicción: "Y nosotros nos entregamos a la oración y al ministerio de la palabra" (Hechos 6:4) y guíen a la iglesia a hacer lo mismo.

Paul Washer

(Estados Unidos, 11 de septiembre de 1961) es un abogado, profesor, pastor bautista, misionero y escritor estadounidense, reconocido por ser predicador itinerante de la Convención Bautista del Sur y fundador y director de la Sociedad Misionera HeartCry que apoya el trabajo misionero con los nativos sudamericanos. Aunado a lo anterior, Paul es profesor invitado en varios seminarios, en particular en The Master's Seminary.