¿Los puritanos celebraron la Navidad?


La pregunta acerca de si los puritanos celebraron la Navidad no es una simple curiosidad histórica. Detrás de ella se esconden asuntos profundos relacionados con la autoridad de las Escrituras, la adoración verdadera, la conciencia cristiana y la tensión permanente entre tradición religiosa y mandato bíblico. Para responder con fidelidad, es necesario comprender quiénes fueron los puritanos, cómo vivían su fe, qué pensaban de la Navidad y por qué su postura sigue siendo relevante en nuestros días.

¿Quiénes fueron los puritanos?

Los puritanos surgieron en Inglaterra durante los siglos XVI y XVII como un movimiento de reforma dentro del protestantismo inglés. Su objetivo principal no era crear una nueva iglesia, sino purificar la Iglesia de Inglaterra de prácticas, ceremonias y tradiciones que consideraban herencia no bíblica del catolicismo romano. De allí proviene su nombre: puritanos.

Eran hombres y mujeres profundamente comprometidos con la supremacía de las Escrituras, la predicación expositiva, la santidad personal, la vida familiar ordenada y la adoración regulada por la Palabra de Dios. Para ellos, la Biblia no solo gobernaba la doctrina, sino también la manera en que Dios debía ser adorado.

La llegada de los puritanos a América

Muchos puritanos emigraron a América del Norte a principios del siglo XVII, buscando libertad para practicar su fe conforme a sus convicciones bíblicas. Se establecieron principalmente en Nueva Inglaterra, donde intentaron edificar comunidades centradas en la Palabra de Dios, el pacto comunitario y una vida cristiana coherente.

Su visión no era meramente religiosa, sino integral: la fe debía afectar la familia, el trabajo, la educación, el gobierno y la adoración. Esta cosmovisión bíblica los llevó a examinar críticamente cada práctica religiosa heredada de Europa, incluida la celebración de la Navidad.

La forma de vida cristiana puritana

Para los puritanos, la vida cristiana era seria, gozosa y profundamente reverente. Creían que Dios debía ser adorado únicamente conforme a Su revelación, principio conocido como el principio regulador de la adoración. Si una práctica no estaba ordenada o claramente inferida de las Escrituras, no debía imponerse ni practicarse como acto de adoración.

La piedad puritana no estaba marcada por el sentimentalismo religioso, sino por la obediencia consciente, la disciplina espiritual, la centralidad del evangelio y la aplicación práctica de la verdad bíblica. Este marco explica su postura frente a la Navidad.

¿Celebraron los puritanos la Navidad?

La respuesta histórica es clara: no. Los puritanos no celebraron la Navidad como festividad cristiana y, en muchos casos, la rechazaron activamente. No porque negaran la encarnación de Cristo —la cual afirmaban con firmeza— sino porque no encontraban en la Escritura ningún mandato para establecer una celebración anual del nacimiento de Jesús.

Para ellos, celebrar una festividad religiosa sin fundamento bíblico equivalía a introducir adoración inventada por el hombre. Además, asociaban la Navidad con excesos morales, supersticiones y prácticas paganas heredadas del catolicismo medieval.

Las prohibiciones históricas de la Navidad

En 1647, el Parlamento inglés, fuertemente influenciado por el pensamiento puritano, abolió oficialmente la celebración de la Navidad, junto con otras festividades religiosas no prescritas por la Biblia. Las iglesias permanecieron abiertas ese día, pero para ayuno y predicación, no para celebración.

De manera similar, en la colonia de Massachusetts, la Navidad fue prohibida legalmente entre 1659 y 1681. Celebrarla podía incluso acarrear multas. Para los puritanos, el 25 de diciembre no tenía ningún valor sagrado y debía tratarse como cualquier otro día común.

El origen histórico de la Navidad

Históricamente, la celebración del 25 de diciembre como nacimiento de Cristo no aparece en los primeros siglos del cristianismo. Fue establecida siglos después, en un contexto donde la iglesia buscaba reemplazar festividades paganas romanas, como el Sol Invictus, con celebraciones cristianizadas.

Este origen fue uno de los principales motivos de rechazo por parte de los puritanos, quienes consideraban que la iglesia había adoptado prácticas culturales en lugar de someterse únicamente a la autoridad de la Escritura.

La reconceptualización de la Navidad hasta nuestros días

Con el paso del tiempo, especialmente a partir del siglo XIX, la Navidad fue transformándose. Pasó de ser una festividad religiosa formal a una celebración cultural, familiar y comercial. El énfasis se desplazó de la encarnación de Cristo hacia tradiciones, símbolos y emociones.

Hoy, la Navidad es celebrada por creyentes y no creyentes por igual, muchas veces desvinculada del evangelio. En este contexto, la postura puritana resulta incómoda, pero profundamente confrontadora: ¿estamos adorando a Dios conforme a Su Palabra o conforme a nuestras costumbres?

Una reflexión final para el creyente contemporáneo

Los puritanos no odiaban a Cristo ni despreciaban Su nacimiento. Por el contrario, exaltaban la encarnación como una verdad gloriosa del evangelio. Su preocupación no era eliminar el gozo cristiano, sino proteger la pureza de la adoración y la autoridad suprema de las Escrituras.

La pregunta que permanece no es simplemente si debemos o no celebrar la Navidad, sino cómo y por qué hacemos lo que hacemos. ¿Nuestra práctica cristiana nace de la Palabra de Dios o de la tradición? ¿Exalta verdaderamente a Cristo o solo satisface expectativas culturales?

El legado puritano nos invita a examinar nuestras celebraciones con discernimiento, humildad y fidelidad bíblica, recordando que Cristo no nos llamó a guardar fechas, sino a vivir para Su gloria todos los días.

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