Recibid este pensamiento, queridos amigos, los que amáis al Señor, y aquellos que le miráis por vez primera, como un texto de Año Nuevo. ¡Cristiano!, en tus preocupaciones a lo largo de este año, mira a Dios y sé salvo.

En todas tus agonías, en todos tus arrepentimientos por tus culpas, pobre alma, mira a Cristo y encontrarás el perdón. Acuérdate en este año de dirigir tu mirada y también tu corazón hacia el cielo. Mira a Cristo y no temas. No hay tropiezo cuando un hombre camina con los ojos puestos en Jesús. El que mira las estrellas cae en la zanja; pero el que mira a Cristo camina con seguridad. Mantén tus ojos arriba todo el año. “Mira a Él y sé salvo”, y recuerda que “Él es Dios y que aparte de Él no hay ningún otro”. 

¿Qué harás, pobre alma?, empezarás el año mirándole?

Tú sabes cuán lleno de pecados estás esta mañana; tú conoces cuánta es tu corrupción; pero recuerda que antes de salir de aquí puedes estar tan justificado como los mismos apóstoles ante el trono de Dios. Es posible que antes de que tus pies pisen el umbral de tu casa, hayas perdido la carga que has tenido sobre tus hombros, y vayas por el camino cantando: “Estoy Perdonado, estoy perdonado; soy un milagro de la gracia. Este es el día de mi nacimiento espiritual”.

¡Quiera Dios que así sea para muchos de vosotros, para que aquel día pueda yo decir: “Heme aquí, y conmigo los hijos que me has dado”! ¡Oye esto, pecador convencido! “Este pobre lloró y el Señor le libró de su aflicción.”

¡Oh, gusta y prueba que el Señor es bueno! Cree ahora en Él. Echa tu alma culpable sobre su justicia; sumérgela y quita su negrura en el baño de Su sangre; vístela con las ropas de la justicia de Cristo, y siéntala al festín de la abundancia. Este “mira”, ¡tan sencillo como parece!, es lo más difícil de conseguir de los hombres.

No mirarán jamás, hasta que les obligue la gracia. Marchad con este pensamiento: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra; porque yo soy Dios, y no hay más”.

Charles Spurgeon

(Kelvedon, Reino Unido, 19 de junio de 1834 - Menton, Francia, 31 de enero de 1892) fue un teólogo, predicador, misionero, erudito bíblico, escritor y pastor bautista inglés, conocido porque, según la Internet Christian Library (ICLnet), a lo largo de su vida evangelizó a alrededor de 10 millones de personas y a menudo predicaba 10 veces a la semana en distintos lugares. Sus sermones han sido traducidos a varios idiomas y es conocido como el «Príncipe de los Predicadores».